En cualquier proyecto constructivo, por más planeado y estructurado que esté, siempre existe la posibilidad de que surjan desviaciones. Estas pueden ser de tipo técnico (como cambios en diseños o métodos constructivos) o presupuestal (como sobrecostos por materiales, rendimientos bajos o cambios en condiciones de obra).
La clave no está en evitar toda desviación —lo cual muchas veces es imposible—, sino en entender por qué ocurren, cómo afectan al proyecto y qué puede hacerse al respecto.
¿Qué es una desviación constructiva o presupuestal?
Se considera una desviación constructiva cuando lo que se construye difiere de lo que estaba previsto inicialmente en los diseños, cronogramas o procedimientos. Esto puede incluir lo siguiente:
- Cambios no planificados en el tipo de solución técnica.
- Modificaciones en la secuencia constructiva.
- Errores en la ejecución.
- Atrasos por interferencias u obstáculos en el terreno.
Por su parte, las desviaciones presupuestales ocurren cuando los costos reales superan lo contemplado en el presupuesto aprobado. Algunas causas comunes son:
- Variaciones en los precios de materiales.
- Rendimientos menores a los estimados.
- Tiempo adicional no previsto (mayor permanencia).
- Actividades repetidas o mal ejecutadas.
Paso 1: Identificar los hechos concretos
El punto de partida es identificar qué exactamente ocurrió. Para ello, se recopilan evidencias como:
- Informes de avance.
- Bitácoras de obra.
- Actas y memorandos.
- Fotografías o registros de campo.
- Comparativos entre cronograma base y ejecutado.
No se trata solo de registrar que hubo un atraso o un costo adicional, sino de delimitar el evento técnico que lo originó.
Paso 2: Determinar las causas
Una vez identificado el hecho, se debe analizar por qué ocurrió. Las causas pueden ser múltiples y estar encadenadas. Algunas categorías comunes son:
- Técnicas: errores en diseño, falta de compatibilidad entre disciplinas, imprecisiones en cantidades.
- Logísticas: retrasos en suministros, interferencias entre frentes de trabajo, problemas de accesibilidad.
- Administrativas: decisiones tardías, falta de coordinación, restricciones externas.
Aquí es importante no asumir, sino contrastar versiones y documentación para llegar a una causa técnica concreta y demostrable.
Paso 3: Medir los efectos
Después de conocer el origen del problema, se evalúa su impacto. Los efectos pueden ser:
- Constructivos: interrupciones, retrabajos, cambios de materiales o métodos.
- Económicos: sobrecostos directos, mayor permanencia de personal y equipos, pérdida de eficiencia.
- Temporales: atrasos acumulados, extensión del plazo, afectación de actividades sucesivas.
Este paso requiere usar herramientas como análisis de costos, revisión de cronogramas y modelación de escenarios (por ejemplo, con línea base y ruta crítica).
Paso 4: Establecer relaciones causa-efecto
Es crucial que el análisis conecte de forma lógica los hechos con sus consecuencias. No basta con afirmar que hubo un sobrecosto: se debe demostrar cómo una causa específica (por ejemplo, una modificación en el diseño del muro de contención) generó una acción constructiva distinta, que a su vez implicó más tiempo y recursos.
Este vínculo técnico entre causa y efecto es lo que da solidez al análisis y lo convierte en una herramienta útil para la toma de decisiones.
Paso 5: Formular recomendaciones
Por último, una evaluación completa no solo señala lo que ocurrió, sino que ofrece ideas para mejorar:
- ¿Se puede reprogramar para mitigar el impacto?
- ¿Conviene revisar diseños similares para prevenir futuras desviaciones?
- ¿Hay oportunidades de optimización a partir del análisis?
Aportar soluciones desde lo técnico permite convertir un problema en una oportunidad de mejora.
Conclusión
Las desviaciones en obra no son errores aislados: son señales de que algo en el sistema no está funcionando como se esperaba. Evaluarlas con rigurosidad técnica y con sentido práctico es una forma de generar claridad, prevenir conflictos innecesarios y mejorar el desempeño de los proyectos.
Un análisis de causas y efectos bien fundamentado no solo aclara lo que pasó, sino que ayuda a tomar decisiones más inteligentes, con base en la realidad del terreno y no en supuestos.